Esta semana estuve sin Internet. ¡Oh, glorioso Internet!
Bueno, no totalmente, ya que aún tenía 2g y 3g en mis smartphones con Android, pero no es lo mismo. No poder navegar en un dispositivo con una pantalla grande (además de conexión con velocidad decente) fué… frustrante. Nunca había tenido problemas con mi proveedor, o al menos nada grave o que no se solucionara en ese mismo rato (con excepción de la instalación, que sí fué un poco tardada), pero esta vez se pasaron. Pasaron los días y mis llamadas eran ignoradas, de nada me servía reportar la falla una y otra vez.
Pensé seriamente en cambiar de compañía (de nuevo), pero tengo un contrato por un año, del cual apenas llevo como la mitad, o menos. Además, no sé si encuentre una compañía que dé realmente buen servicio y atención al cliente, ya pasé por dos de las alternativas más populares.
Sin embargo y a pesar de mis quejas, descubrí algo bastante interesante aunque predecible: qué productiva semana fué.
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