De nuevo otra vez a Saltillo. Varias horas de camino, cansado. Unos soldados me piden una botella de tequila en un retén. No sé que pasaría si me negara, así que me orillo y les aviento una.
Las reparaciones y ampliaciones constantes de la carretera. La infinita recta en Zacatecas. La desastroza y caótica construcción de los puentes de la gente en Saltillo. Mi triunfal regreso al cantón.
Merecido descanso, tomaré una siesta y soñaré con una carretera perfecta, que como decía Pedro, en ella, no necesitarías usar nunca el volante.
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